LOS MONSTRUOS
Siempre he tenido problemas con los monstruos... y creo que un artista o un escritor debe conocer a los monstruos, pero no obsesionarse con ellos como con Moby Dick.
Desconfío de memorizar cada palabra, cada texto, cada obra, cada escena de la vida de un monstruo, de reunir en una cajita las escamas de piel que se les caen cuando se rascan con desdén, de coleccionar las pelusas que crian en sus abrigos, de guardar cada sombrero de copa con una cieruela flotando en perfume que piden los monstruos en un barsucho snob de alguna capital arribista del tercer mundo. Desconfío del "coleccionismo", como me dijeron por ahi; aquella tarea de termitas, o de hermitaños que solo pueden aspirar a ser santos, pero nada más. O se es coleccionista, o se es un monstruo.
Ya sea que se arrastren o sean dioses, los monstruos seguirán siendo monstruos, y seguirán produciendo aquello para lo que fueron creados: MIEDO.
Y el miedo es el enemigo del escritor.
EL MIEDO
El miedo, reune a las ovejas, en silencio, para que no las oiga el depredador.
Pero ya es tiempo de que la emoción que nos reuna deje de ser el miedo a los monstruos.
Asi las ovejas dejarán de aspirar a ser monstruos para infundir miedo a otras ovejas.
Asi los monstruos serán solo monstruos, felices con tener que ir sólo una vez al dia desde sus madrigueras en el centro del bosque, al pueblo a buscar carne fresca.
Así en Chile, monstruos y ovejas vivirían en paz. Cada uno en su sitio.
Luego mas cosas inservibles.
miércoles, 9 de abril de 2008
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